Por Susana Meza Serrano
La segunda década del siglo XXI quedará marcada en los libros de historia como la época en la que el mundo tuvo que lidiar con varias crisis al mismo tiempo, quizás las tres más visibles son: una pandemia que a su vez trajo otras epidemias de enfermedades que años atrás se consideraban erradicadas en el mundo; es así que derivado de los confinamientos a nivel mundial y restricciones sanitarias por el COVID, la crisis económica se hizo presente mostrando grandes desafíos, los cuales se exacerbaron como consecuencia de la guerra en Europa del Este, cambios en los regímenes políticos del planeta, sequías, hambrunas, alternadas con inundaciones en África, Asia y Sudamérica, así como una agenda que la ONU busca cristalizar para el 2030, la cual plantea significativos retos a la sociedad humana tal y como la conocemos ahora.
Tal pareciera que el escenario arriba descrito es más semejante a una imagen apocalíptica que algo esperanzador sin embargo el comercio y más el comercio internacional, es un apoyo significativo para el planeta frente a los momentos delicados que atraviesa la humanidad a nivel global.
México forma parte de este mundo en crisis ocupando su lugar como la economía número 16 por volumen de PIB; de acuerdo con varios economistas incluido el Fondo Monetario Internacional (FMI), se espera que la economía mexicana cierre el 2022, con un crecimiento anual de 2,1% y en 2023 muestre signos de desaceleración con una previsión de 1,2% anual, pese a ello, podemos encontrar como motor económico del país al comercio exterior, el cual en el año 2021 reportó de acuerdo a cifras del INEGI un total de $505,703 millones de dólares en sus importaciones y $494,764 millones de dólares en el rubro exportador mostrando signos de recuperación variable durante el 2022, lo que de acuerdo con analistas lleva a pensar que el 40% del PIB del país depende del sector exportador.
Con base a lo anterior es importante recordar el hecho que México tiene una red de 14 Tratados de Libre Comercio con 51 países, 30 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs) con 31 países y/o regiones administrativas, además de 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance Parcial) en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), por otro lado, México participa activamente en organismos y foros multilaterales y regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la ALADI.
Sí bien la inflación global y los movimientos en las tasas de interés son fuertes variables para los cálculos de pronósticos económicos y comerciales ante un convulso 2023, donde todo parece indicar que la economía de Estados Unidos entrará en recesión, es importante considerar la fortaleza para México de su comercio exterior dentro del fortalecimiento de sus mercados alternos robusteciendo sus vínculos con socios comerciales como lo son los países de la Unión Europea, así como los miembros del Tratado de Integración Progresista de Asociación TransPacífico (TIPAT) y la Alianza del Pacífico, sin olvidar a naciones altamente interesadas en tener comercio activo con México como son el Reino Unido y Singapur, por mencionar algunos, los cuales pueden ser buenos aliados en traer inversiones y aprovechar las fortalezas de la mano de obra calificada mexicana, el privilegiado clima mexicano y su posición geoestratégica, un ejemplo de ello es el rubro aeroespacial donde el Presidente de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial, comentó recientemente que se prevé para 2023 llegar a niveles prepandemia, los cuales fueron cerca de los $9,600 millones de dólares; de igual forma tenemos el creciente sector agroindustrial, cuyas exportaciones superan actualmente la cifra de los $37 mil millones de dólares y que hoy representa el 9% de las exportaciones del país, colocando de manera exitosa productos que hace años atrás ni figuraban dentro de la oferta exportable mexicana tales como las bayas o berries (frambuesas, moras, fresas, entre otras).
Con todo lo anterior queda claro que el comercio internacional es una base económica fundamental para la supervivencia de México, no obstante hay varios desafíos que a la luz de la realidad habrá que defender y enfrentar de manera interna, tales como la seguridad carretera, la insuficiente infraestructura portuaria y aeroportuaria nacional, detenciones prolongadas en puntos tácticos en las aduanas, capacitación de los directivos y equipos de trabajo completos en las diferentes dependencias de gobierno, los cuales originan dilaciones por semanas o meses trámites y/o negociaciones que reflejan ineficiencia y poca definición en las directrices a seguir de aquellos que estaban participando en dichos protocolos, también hemos visto en tiempos recientes aparición de nuevas disposiciones gubernamentales que exigen una doble revisión documental para el movimiento de mercancías una vez llegadas a la aduana significando mayores costos para las empresas ya que los contendores se quedan almacenados sin poder moverse hasta que se procede al ingreso de la mercancía, por otro lado se presenta una importante falta de garantías de no contaminación al muestrear materias primas sensibles a los agentes físicos en sectores como el químico o el farmacéutico que tienen que enfrentar inspecciones sanitarias minuciosas; resultando con ello que contenedores completos se inutilizan por haber sido contaminados o mal manejados durante dicha revisión, en contraste hoy día tenemos una abierta flexibilización en controles fitosanitarios y zoosanitarios en la importación de productos alimenticios los cuales constituyen un riesgo de salud para la población mexicana.
Pese a las duras pruebas que se acaban de mencionar, las oportunidades para la nación existen ya que más allá de filias y fobias político-ideológicas domésticas, el mundo necesita a México como proveedor de alimento, productor de manufacturas y centro logístico del Continente Americano, además con conceptos tales como “el nearshoring”, que significa “acercar al territorio de consumo” (el cual a pesar de las negras perspectivas para el 2023 seguirá siendo los Estados Unidos) coloca a México en una posición privilegiada simplemente por compartir 3,152 km de frontera con el socio país norteamericano, de hecho Mexico ha registrado $16,000 millones de dólares en inversiones potenciales, de acuerdo con el Nearshoring Tracker elaborado por el Credit Suisse, dato que arroja luz en medio de la tempestad y motiva la importancia que tiene el evitar que el TMEC se conflictue más, ya que alrededor del 80% de la producción industrial mexicana tiene como destino Estados Unidos, por otro lado, otra ventaja para nuestro país sobre el nearshoring es que, al compartir zonas horarias con los vecinos del norte, las compañías estadounidenses pueden coordinar sus operaciones en ambos territorios, es así que de acuerdo con proyecciones del Banco Interamericano de Desarrollo el nearshoring, puede aumentar las exportaciones globales de América Latina y el Caribe en $78,000 millones de dólares cada año y el 45% de esa cantidad bien pueden corresponder a México.
La segunda década del siglo XXI quedará marcada en los libros de historia como la época en la que el mundo tuvo que lidiar con varias crisis al mismo tiempo, pero también puede ser el momento de México para recuperarse de los embates como una potencia en el comercio exterior.