A principios de 2020 el mundo se estaba enfrentando a una terrible pandemia provocada por el coronavirus, que estalló en un mercado en Wuhan, China. En aquel entonces la política del gobierno chino fue estricta, con medidas muy puntuales, para disminuir los contagios al máximo, y dio buenos resultados, el control, aislamiento y demás medidas sanitarias han funcionado muy bien y los contagios no fueron tan devastadores, como en otros países.
Pero esta política del gobierno chino ha cambiado radicalmente, y en la actualidad una gran ola de infecciones relacionadas con las nuevas variantes de COVID 19 recorre el país asiático, mucha parte de la población desprotegida está sufriendo, pero igualmente sufre la economía.
Analistas financieros del banco mundial habían advertido sobre los altos riesgos después de analizar las perspectivas económicas de China, en el mismo tenor opinaron los banqueros de Washington, afirmando que el pronóstico de crecimiento para la segunda economía mundial sería para 2023, de solo 4,7%. Es el pronóstico más bajo de crecimiento económico para China en los últimos cuarenta, (Excepto 2020, por COVID).
El giro radical en la política china, de una política de cero COVID, a un relajamiento total y la eliminación casi total de las medidas contra la pandemia han causado más allá de la sorpresa, mucha incertidumbre fuera de las fronteras chinas. A esto se suma una grave crisis inmobiliaria, que no ha podido ser frenada, desde hace unos años. No es un dato de ignorar, la crisis del sector inmobiliario viene ya arrastrando en China continental, y tras años de subidas, la venta de inmuebles en muchas ciudades chinas está en caída, este sector está todavía sumamente afectado. Según el banco Mundial, “las actuales tensiones en el sector inmobiliario podrían tener implicaciones financieras más amplias” El sector de la construcción e inmobiliario representa una cuarta parte de la economía china.
Lejos quedó la expectativa de un crecimiento de más del 8% para la economía china para este 2023, y el curso de la pandemia en particular, aumenta la preocupación de los analistas financieros de todos en mundo. Todo lo que se consideraba impensable hasta la primera semana de diciembre, sucedió y el gobierno chino dejó de hacer las pruebas de manera extensiva, permitiendo qué las personas infectadas se aislaran y se recuperaran en sus casas, incluso con cero o muy leve sintomatología, se les permite a los trabajadores acudir a sus lugares laborales.
Además, la cifra de desempleo entre la población china joven ha registrado un alza nunca antes visto, según cifras oficiales proporcionadas por la Oficina Nacional de Estadística China, este porcentaje alcanzó en la población entre 16 y 24 años el 20%, aunque refieren una tendencia a la baja. Los que, si tienen empleo, y se ven en una situación de contagio, tienen que quedarse en sus lugares de trabajo, siendo las empresas las encargadas de recurrir a gastos extras por adquirir camas, medicamentos y desinfectantes con tal de mantener la producción y evitar romper la cadena de suministro. Una vez más, se están preparando para la avalancha de nuevos casos de covid y solucionar esta situación no será tarea fácil.
UN POSIBLE ESCENARIO NEGATIVO
Un estudio de la Universidad de Hong Kong dada a conocer a mediados de diciembre pasado provocó revuelo, al advertir que sin una campaña de refuerzos adecuada, China podría enfrentarse con hasta un millón de muertes por causa de Covid 19, esto por la política de apertura abrupta por parte de las autoridades chinas.
Una apertura más pausada acompañada de más vacunaciones y un mejor acceso a medicinas antivirales podría reducir el número de muertes en más de una cuarta parte, según investigadores de la mencionada universidad, “ las empresas corren el riesgo de que todos los empleados se infecten y entonces no quede nadie en las fábricas”.