Debilitado por elecciones, el G7 realizó su cumbre en Italia

Por Gabriel Moyssen

El grupo de los siete países aliados más industrializados del mundo (G7) sostuvo en la región de Apulia, Italia, su cumbre anual con el objetivo primordial de mantener el apoyo a Ucrania en el conflicto que libra con Rusia y elevar la presión sobre China, pero el encuentro se vio debilitado por el avance electoral de la ultraderecha en Europa y la campaña rumbo a los comicios de noviembre en Estados Unidos.

Durante la reunión, realizada del 13 al 15 de junio, el G7 acordó un nuevo préstamo al gobierno de Volodimir Zelensky en Kiev por 50 mil millones de dólares, mediante el uso de los activos del banco central ruso congelados tras el estallido de la guerra en 2022, que suman 300 mil millones de euros (325 mil millones de dólares). La medida fue anunciada en la víspera de la cumbre por la presidencia saliente del bloque, a cargo de Francia, donde el Palacio del Elíseo destacó que hasta entonces no tenía consenso y “es una iniciativa estadounidense inicialmente”.

Sin embargo, en la rueda de prensa final del encuentro, la anfitriona Giorgia Meloni, primera ministra italiana, aclaró que la Unión Europea no participa de arranque en el préstamo financiado con los 3 mil millones de euros en intereses que generan los activos rusos incautados. El crédito correrá por cuenta de “EU, después Canadá, Reino Unido y probablemente Japón, de forma compatible con sus límites constitucionales. Por el momento, las naciones europeas no intervienen en este préstamo porque los activos están todos inmovilizados en Europa y, por tanto, Europa ya está contribuyendo, identificando un mecanismo de garantía”, señaló Meloni, quien dijo que “aún quedan detalles técnicos por definir”.

Fuentes de la UE explicaron a las agencias informativas internacionales que Bruselas podría asumir la responsabilidad de la mitad del crédito, que será el aval de un paquete mayor de ayuda para Kiev a futuro, considerando que los 3 mil millones de euros apenas son suficientes para mantener por un mes al gobierno de Zelensky y que el Banco Mundial estima que Ucrania necesitará en los próximos diez años al menos 486 mil millones de dólares para la reconstrucción.

Todavía falta determinar qué ocurriría si los activos rusos se liberan, en caso de un arreglo con Rusia, o quién asumiría el riesgo si hay una moratoria ucraniana. En reacción a la medida, la Bolsa de Valores de Moscú suspendió todas las transacciones en dólares y euros.

En cuanto a China, el G7 le demandó cesar el envío de componentes de armas a Rusia, luego de que la UE aseguró que impondrá aranceles de 38% a los autos eléctricos del gigante asiático, por la “injusta” utilización de subsidios estatales. A su vez, Washington, que suscribió un acuerdo no vinculante de seguridad con Kiev por diez años, extendió sanciones secundarias contra los bancos que operen con instituciones financieras rusas ya penalizadas y la bolsa rusa, poniendo la mira en bancos pequeños y empresas chinas que estarían detrás del esfuerzo ruso para adquirir piezas de drones, equipos electrónicos y láser.

También sancionó a un centenar de entidades relacionadas con los sectores energético, metalúrgico, minero y exportador rusos, y prohibió las exportaciones estadounidenses a entidades en Hong Kong que sirven de pantalla para transferir bienes a Rusia.

En el caso de la invasión israelí a Gaza, el G7 llamó al grupo islamista palestino Hamas a aceptar y aplicar por completo la propuesta de cese al fuego de EU. Dio la bienvenida, asimismo, “al hecho de que Israel ha aceptado la propuesta y está listo para seguir adelante de conformidad con ella”.

Momento histórico

El momento histórico de la cumbre en el balneario de Borgo Egnazia en Puglia (Apulia en español) se produjo con la intervención del papa Francisco, primera de un pontífice en el G7, cuando el religioso de 87 años convocó a replantear el desarrollo de “las llamadas armas autónomas letales [robots] para prohibir su empleo”. También calificó a la Inteligencia Artificial como “instrumento fascinante y tremendo” ante los líderes del grupo y sus invitados, los jefes de Estado y de gobierno de Brasil, Argentina, Turquía, India, Mauritania, Argelia y Sudáfrica, con el propósito de ampliar la representatividad del foro.

Reflejo de las evidentes diferencias entre Meloni y el presidente francés, Emmanuel Macron, el comunicado final del G7 no mencionó el derecho al aborto que el gobierno conservador de la dirigente italiana rechaza. La insistencia de Macron por incluirlo, dijo Meloni, se debió a su intento de ganar puntos en Francia ante las difíciles elecciones legislativas por adelantado que ese país efectuará el 30 de junio y el 7 de julio, tras la derrota oficialista en los comicios parlamentarios europeos del 6 al 9 de junio.

Dichos comicios fueron el marco en el que se verificó la reunión junto a otros cambios políticos globales, ya que se registró un notable avance de la oposición de ultraderecha y nacionalista en Francia, Alemania, España, Bélgica y Países Bajos que sólo benefició, estando en el poder, a Meloni. Este panorama surge del desgaste del binomio tradicional demócratas cristianos y socialistas/centristas por factores como el desmantelamiento gradual del Estado de bienestar, el aumento de la pobreza y de la inmigración, así como el hastío por la guerra en Ucrania, a la que la UE canalizó hasta marzo pasado al menos 156 mil millones de dólares en ayuda.

Mientras que en Francia se prevé el triunfo de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, en Alemania la coalición socialdemócrata-verde-liberal del canciller federal Olaf Scholz fue humillada por Alternativa por Alemania, que sólo resultó superada por los democristianos. Fuera de la UE, el premier británico, Rishi Sunak, también se encaminaría a la derrota en las elecciones por adelantado del 4 de julio ante los laboristas después de 14 años de gobiernos conservadores, al tiempo que en EU la campaña de reelección del cada vez más errático presidente Joe Biden sufrió un revés con la sentencia por posesión ilegal de armas contra su hijo Hunter Biden, a dos semanas de su primer debate con el republicano Donald Trump.

“A excepción de Meloni, todos los líderes de la cumbre están muy débiles”, resumió en Politico Ivo Daalder, exembajador estadounidense en la OTAN. En paralelo, el partido BJP del premier Narendra Modi perdió la mayoría calificada en la Cámara Baja del Parlamento indio en los comicios del 19 de abril al 1 de junio; otro de los golpes más duros lo encajó en Sudáfrica el 29 de mayo el Congreso Nacional Africano, que por primera vez desde el fin del apartheid en 1994 gobernará sin el control legislativo y en coalición con los opositores de centro e izquierda.

México rechaza comunicado

El enfoque del G7 en Ucrania, seguido por una conferencia de paz en Suiza a la que no fue invitada Rusia -China descartó participar- en tanto que México, Arabia Saudita, Brasil y Sudáfrica rechazaron firmar su comunicado final, exhibió el agravamiento de las tensiones en torno a ese país, que amenaza con un conflicto generalizado.

Debe resaltarse que tras el fracaso de la contraofensiva lanzada por Kiev en 2023 para recuperar el territorio oriental del Donbass, el ejército ruso retomó la iniciativa, al comenzar varias operaciones en el frente que EU y Reino Unido respondieron autorizando a Ucrania atacar territorio ruso con armas de largo alcance como los cohetes HIMARS que le proporcionaron.

Con la aparente objección de Washington, preocupado por una alza del precio del petróleo este año electoral, Ucrania ya había bombardeado refinerías rusas con drones, pero la escalada se concretó con el ataque a un radar de alerta temprana en Krasnodar, lejos del frente. Este radar puede detectar proyectiles de crucero y balísticos a 6 mil kilómetros de distancia, por lo que se trató de la primera ocasión en que un elemento clave del equilibrio nuclear entre Moscú y EU es atacado, brindando al segundo una ventaja en caso de guerra. Kiev reivindicó poco después otro ataque a un radar similar en Orenburg, a mil 500 kilómetros de Ucrania.

La respuesta del presidente ruso Vladimir Putin, quien en pleno cónclave del G7 afirmó que aceptaría un cese al fuego si Ucrania retira sus tropas del Donbass, fue enviar a Cuba una flotilla encabezada por el submarino Kazan, que en aguas del Atlántico efectuó pruebas con sus misiles hipersónicos Zyrcon, una maniobra que inevitablemente recordó al mundo la crisis nuclear de 1962.

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