Por Gabriel Moyssen
Como parte del reacomodo global de fuerzas que el conflicto en Ucrania ha creado, Estados Unidos dio pasos cautelosos para acercarse a Venezuela y Cuba, matizados por el rechazo generalizado a que ambos países, junto a Nicaragua, sean excluidos de la IX Cumbre de las Américas, a efectuarse en Los Ángeles del 6 al 10 de junio.
No cabe duda de que el escenario bélico de Ucrania, donde paradójicamente el proceso de globalización puede haber encontrado su fin, es también el marco en el que la interdependencia que propició ha llevado a Washington a eliminar algunas de las sanciones que impuso en los últimos años a Caracas para lograr un “cambio de régimen”. Así, la petrolera estadounidense Chevron, cuyas inversiones en Venezuela ascendieron a 2 mil 600 millones de dólares hasta 2020, podrá renegociar su licencia de operaciones con el gobierno del presidente Nicolás Maduro en el país con la mayor reserva de crudo del mundo.
Además, Carlos Erik Malpica Flores, ex ejecutivo de la estatal Petróleos de Venezuela, Sociedad Anónima (PDVSA) y sobrino de la vicepresidenta y primera dama de la nación sudamericana, Delcy Rodríguez, será borrado de la lista de personas sancionadas por los departamentos del Tesoro y de Estado, en seguimiento al gesto de buena voluntad de Maduro, quien en marzo recibió a enviados de la administración Biden para dialogar sobre “seguridad energética”, liberó a dos estadounidenses acusados de delitos financieros y terrorismo, y ofreció reanudar las pláticas con la oposición agrupada en la Plataforma Unitaria.
Rodríguez puntualizó que Caracas espera que las medidas de EU “inicien el camino para el levantamiento absoluto de todas las sanciones ilícitas que afectan a todo nuestro pueblo”, pero ése camino aún será muy largo al parecer. Decenas de venezolanos, incluido el mismo Maduro y el fiscal general, Tarek William Saab, así como más de 140 entidades, entre ellas el Banco Central, permanecen en la lista negra y el Tesoro aún prohíbe las transacciones con el gobierno venezolano y PDVSA en los mercados financieros de la Unión Americana.
Por si fuera poco, Maduro fue acusado por la administración Trump de conspirar para “inundar EU con cocaína”, utilizar el narcotráfico como “arma contra EU” y de lavado de dinero. Pese a su riqueza petrolera, es sabido que la inestabilidad política, los errores del chavismo y el acoso de Washington y sus aliados contribuyeron al empobrecimiento de Venezuela, de la que han emigrado desde 2010 unos seis millones de personas, sobre todo a otros países latinoamericanos y Estados Unidos, problema que se enlaza al de Cuba y el cambio de actitud de la Casa Blanca.
Deshielo
Luego de cinco años de renovada hostilidad hacia La Habana, el presidente Joe Biden -a fin de cuentas ex vicepresidente de Barack Obama, artífice del reacercamiento en 2015- determinó en mayo flexibilizar los procedimientos de inmigración, transferencias de dinero y de vuelos entre ambas naciones.
En este caso, se restablecerá el programa de reunificación familiar de 2007, que permite a ciudadanos estadounidenses de origen cubano o residentes legales solicitar que sus familiares en Cuba viajen a EU y pidan una autorización de trabajo mientras se procesa su estatuto de residencia; también aumentarán los servicios consulares y el trámite de visas; se eliminará el tope de mil dólares por trimestre a las remesas familiares y se autorizarán los donativos (no familiares) para apoyar “a los empresarios cubanos independientes”; de igual manera, se incrementarán los vuelos entre EU y La Habana, que se ampliarán a otras ciudades de Cuba, y se permitirán ciertos viajes en grupo.
Como Venezuela, Cuba enfrenta un panorama adverso caracterizado por escasez de productos básicos, apagones y racionamiento en el que el Covid-19 y la agudización del bloqueo ordenada por el ex presidente Donald Trump condujeron a las mayores protestas en décadas en julio de 2021 y al crecimiento de la migración indocumentada, que alcanza a México y por la que nuestro país acordó con EU en abril recibir hasta 100 cubanos diarios expulsados en tres puntos fronterizos, San Diego, California; El Paso y Rio Grande Valley, Texas.
El mantenimiento del Título 42, la medida sanitaria por la pandemia que Trump utilizó para justificar las expulsiones expeditas de EU, no facilitará las cosas para los migrantes cubanos y si bien la estabilidad del gobierno de Miguel Díaz-Canel no está amenazada por el momento, es una de las razones detrás de la insistencia del presidente Andrés Manuel López Obrador para que la isla no quede marginada de la Cumbre de las Américas y busque en ese foro las vías para reinsertarse en los flujos comerciales y de inversiones que tanto necesita.
López Obrador, quien en mayo visitó La Habana en una de sus raras giras al exterior, no tardó en hacerse eco de la posición asumida por los 14 estados miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom) al recalcar que no asistirán a la reunión de persistir la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela. “Esta no es una reunión de EU, es una cumbre de todos los jefes de Estado y de gobierno del hemisferio occidental”, dijo Ronald Sanders, embajador de Antigua y Barbuda en Washington.
El mandatario mexicano anunció que sin un cambio, se limitaría a enviar un representante a Los Ángeles y aseguró que en su conversación telefónica con Biden el 29 de abril intentó convencerlo de la importancia de incluir a todos, a lo que el estadounidense se negó. “No quiero que continúe la misma política en América y quiero, en los hechos, hacer valer la independencia y la soberanía, y manifestarme por la fraternidad universal. No estamos para confrontación, estamos para hermanarnos”, señaló.
La postura de López Obrador, que se ha sustentado en los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos, llegó hasta el punto de considerar “genocida” el embargo a Cuba, pero en voz del propio presidente, no afectará la relación bilateral con EU ni su propuesta para que América, ante el surgimiento de otros bloques, se una “como la Unión Europea”.
Frente a ella, la Casa Blanca reaccionó con el envío de su asesor para la cumbre, Christopher Dodd, quien se entrevistó con López Obrador en una hermética reunión; se esperaba que el mandatario mexicano definiera su posición en la última semana de mayo, mientras que el senador republicano Marco Rubio -vocero del exilio cubano en Florida, que rechaza la reconciliación con Díaz-Canel- sostuvo que Cuba sí será invitada a la urbe californiana.
Carta Democrática
De acuerdo con el secretario de Estado, Antony Blinken, “nuestra base en el hemisferio es la democracia. Tenemos la Carta Democrática de las Américas, la Carta de la OEA, las declaraciones de Quebec y de Lima. Hay un sentimiento y una visión democrática en las Américas y vamos a respetar eso”.
Sin embargo, más países se han sumado a la Caricom y México. Bolivia, Honduras y Argentina respaldan su demanda, al tiempo que Nicaragua descartó en definitiva su participación. El brasileño Jair Bolsonaro también declinó, aunque sin especificar las razones de un gobierno que era cercano a Trump, intenta equilibrar su relación con los BRICS y desechó -como México- añadirse a las sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania.
Incluso el presidente guatemalteco, Alejandro Giammatei, un empresario conservador cercano en lo ideológico a EU, no acudirá a la cumbre tras mantener en la fiscalía general a Consuelo Porras, una funcionaria que también fue sancionada por supuestos actos de corrupción por Washington.
No es la primera vez en que la cita continental se tiñe de polémica desde que nació en 1994. Ahí fracasó la administración Bush, por ejemplo, al tratar de promover con ayuda de México el Área de Libre Comercio de las Américas durante el encuentro en Mar del Plata, Argentina, en 2005; diez años después, fue Panamá el anfitrión que en principio quiso marginar a Cuba sólo para atestiguar más tarde la reunión entre Obama y Raúl Castro. En 2018 Perú no invitó a Maduro, una medida que fue apoyada por el hoy prácticamente extinto Grupo de Lima.
Para Biden, se trata de malas noticias en paralelo a la cumbre que protagonizó en la capital estadounidense con sus pares de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), donde habló de una “nueva era” en sus relaciones pero no pudo obtener una condena tajante a Moscú. En un hemisferio donde la “ola rosa” está de vuelta y se acrecentará con el previsible triunfo electoral en octubre de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, a EU le quedan pocos aliados incondicionales.